Azores, Illa de Sao Miguel

No hay mucha explicacion. Despues de un par de años con un mas q justificado impas en nuestra actividad viajera, un dia, casi sin darnos cuenta, los 5 nos volviamos a ver pasando el control de seguridad de un aeropuerto.

Un par de meses antes habiamos organizado un conclave en casa de Adrian y, tras una negociacion leonina, concluimos q nos escapariamos una semana a Las Azores… sin niños.

A las 11,30 de la mañana y despues de las despedidas pertinentes, quedamos en casa de (oh sorpresa) Adrian, con el fin de iniciar la marcha. Las mochilas, visiblemente arrugadas despues de un largo tiempo de letargo, volvieron a reunirse amontonadas en el maletero de un coche.

Con parada para cafe incluida, no tardamos mas de dos horas en hacer el trayecto Ourense Oporto. Una vez alli, dejamos el coche en uno de los muchos parkings low cost q florecieron al resguardo del Aeroporto Saa Carneiro. La mayoria estan a una distancia lo suficientemente corta para q, con la comodidad de las mochilas, se pueda cubrir andando.

Como un niño q salta a una piedra en el centro de un estanque nos pusimos en la Illa de Sao Miguel, en medio del Atlántico. Por cierto,para los aerotrastornados, la aproximacion al aeropuerto Joao Paulo II es de las mas bonitas que he visto. Transcurre durante un buen rato justo frente a la costa de la isla.

Dspues de flaps, stats y toda la pesca, pisamos tierra insular. Nos dimos cuenta de que al fin y al cabo, la practica no se pierde tan pronto, asi que con el reparto de funciones pertinente solo necesitamos unos minutos para vernos sobre el coche de alquiler empezando a pisar la isla.

Nuestro destino estaba cerca, Casa Popolo, en la localidad con mismo nombre. Es una casa de turismo rural con mucho encanto y muy bien situada para afrontar las expediciones por isla. Lo mejor, la amabilidad de Paula y Joao, sus dueños, q se ofrecieron como si de amigos se tratase a ayudarnos en todo.

Lo primero fue pensar en la cena, de todas las recomendaciones de Paula escogimos el Bar Caloura pq al parecer tenia buen pescado. No era bueno, era exquisito, aunq esta sea una expresion q no se pueda utilizar en portugues. Es un bar pequeño, casi todo terraza, situado en el vertice de una pequeñisima bahia volcanica. Mientras comes las olas no dejan de mecer las rocas justo bajo tus pies. Con este entorno, la comida y el tiempo q hacia q no viajabamos juntos, no es extraño q la noche se complicase levemente con moscatel y vino de Porto.

Paula nos dividio la isla en aproximadamente tres cuadrantes. El oeste, y los nordeste y sureste. Elegimos tirarnos hacia el nordeste, pasando por la Lagoa do Fogo en el centro de la isla.

Los paisajes de la isla de Sao Miguel son un contraste muy llamativo. La costa, sobre todo en el norte, es agreste, brava y volcánica. El interior por contra, es un tetris de fincas color verde intenso y sombreadas por arboles. Vacas hay a montones. Tanto es asi que los lacteos son los productos estrella del lugar.

Las carreteras de la isla son buenas, en algunos casos viradas pero siempre con buen firme. Los primeros kilometros no nos dimos cuenta, pero con el paso del tiempo y la distancia descubrimos q la isla esta muy poco poblada y menos explotada. Algunas veces incluso era inquietante. Entramos en varios pueblos con el coche,todos exquisitamente cuidados. Coches aparcados y luz en algunas casas… pero nadie en las calle. Parecia q todo el mundo se hubiese esfumado hacia minutos por alguna amenaza paranormal, dejando todo perfectamente colocado.

Circulamos en direccion a la Laguna do Fogo, en lo mas alto del centro de la isla. Es un inmenso lago sereno escoltado por las paredes verdes de un enorme crater volcanico. El agua es entre azul y verde turquesa, dependiendo de como jueguen las nubes y la luz del sol. Visita ineludible.

Azores es un buen lugar para el senderismo. Hay un amplio catalogo de rutas perfectamente señalizadas. Al parecer una de las mas recomendables es la que parte de Faial de Terra, pero no conseguimos cuadrarla en nuestro planning. En los dias q pasamos en la isla hicimos varias, una de las mas interesantes la de la Janela do inferno. Es una ruta suave q pasa en su ultimo tramo por una levada, como le llaman en Portugal a las antiguas traidas de agua. El trail serpentea entre prados y vacas con un desnivel suave.

Poco mas de una hora de paseo despues, un pequeño tunel se traga literalmente el sendero. Agachados pasamos los primeros metros acompañados por una brisa humeda y, tras la primera curva vimos el final. La salida fue impactante, ya no habia prados, entrabamos en un valle selvatico en el que la luz solo llega filtrada entre la vegetacion.

El trillo, como le llaman por aqui sigue a un costado del valle, cruzandolo a veces por vetustos puentes de piedra con piel de musgo. El final no es menos expectacular, la Janela do Inferno es una ventana oscura alojada en una pared de piedra por la que vierte el rio haciendo una cascada.

Al dia siguiente viajamos al oeste. Alli esta la comarca de Setecidades, en el entorno de una laguna en forma de ocho mitad azul mitad verde. Una vez mas un paisaje expectacular en la isla.

Un viaje de nuestro grupo no es pleno si falta una cosa fundamental … la comida. La verdad que como se dice x ahi, comemos q nin dios. Lo de conquistar la gastronomia tipica a nosotros nos cuesta nada o menos. No en vano yo creo q al ritmo q vamos podriamos hacerlo en un solo dia. No paramos de papar, por tanto, en el tiempo q llevamos ya podemos opinar sobre la comida de las azores.

El queso es muy bueno, especialmente el curado, a riesgo de equivocarme creo q es el San Jorge el q suelen poner de entrante y es muy rico. La carne Alcatra fue un descubrimiento que hicimos x casualidad en el bar Alambique. Es un asado de carne con vino y especias con un sabor intenso pero buenisimo. El cocido de as Furnas es la unica asignatura pendiente q nos quedo por probar, tiene la caracteristica q se cocina en las aguas termales de las calderas de la localidad, pero el inconveniente de que es lo mas turistico de la isla y es muy dificil pillar mesa.

En el tema de la gastronomia es como todo, lo q no estas aclstumbrado resulta raro. Aqui el marisco tipico son las lapas. las lapas, las misma q los gallegos miramos despectivas en las rocas pensando q es una pena q eses bichos ocupen el espacio de unos buenos percebes.

Mencion a parte tiene la piña. Aqui son de tamaño pequeño y sabor muy dulce.

La isla de San Miguel nos ha gustado, quizas, a pesar de la naturaleza exhuberante, en algunos momebtos resulta un poco artificial por el extremo cuidado de los entornos de la carretera y todos los lugares de paso. Todo parece un jardin exquisitamente cuidado… muy bonito pero La isla de Pico nos esta gustando mas… pero queda para otro post.

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